domingo, 7 de octubre de 2007

SAN FRANCISCO JAVIER Y MATEO RICCI, MISIONEROS EN EL LEJANO ORIENTE



SAN FRANCISCO JAVIER Y MATEO RICCI- Misioneros en el lejano Oriente


En este mes de octubre misionero, Francisco Javier, un extraordinario personaje, nos llama a la reflexión sobre un tema tan actual como el de la misión, y especialmente el de la misión ad gentes.

“ SAN FRANCISCO JAVIER “.

Francisco nació en 1506, en el castillo de Javier en Navarra, cerca de Pamplona, España. A los dieciocho años fue a estudiar a la Universidad de París, donde en 1528, obtuvo el grado de licenciado: allí conoció a Ignacio de Loyola. San Ignacio logró que Francisco se apartara un tiempo para hacer un retiro especial que el mismo Ignacio había desarrollado, basado en su propia lucha por la santidad. Se trata de los "Ejercicios Espirituales". Guiado por Ignacio llegó a ser uno de sus siete primeros seguidores en la Compañía de Jesús, consagrándose al servicio de Dios en Montmartre, en 1534.

Evangelizador en la Compañía
En 1540, San Ignacio envió a Francisco Javier y a Simón Rodríguez a la India en la primera expedición misional de la Compañía de Jesús. Para embarcarse, Francisco Javier llegó a Lisboa, donde por un tiempo se ocupó de asistir e instruir a los enfermos en el hospital donde vivía, y de catequizar en la ciudad. Pasaban los domingos oyendo confesiones en la corte, porque el rey Juan III les tenía gran estima. A pesar de las propuestas de quedarse en Lisboa, Francisco partió hacia las misiones el 7 de abril de 1541, cuando tenía 35 años: el rey le entregó un documento por el que el Papa lo nombraba nuncio apostólico en el oriente. En los años de trabajo evangelizador en la India, Francisco llegará a una profunda reflexión sobre este envío del monarca: cuando la evangelización se acompaña con la conquista, pierde el sentido de la gratuidad de Dios y las mismas conversiones no resultan sinceras. Por eso intentará un nuevo proyecto misionero hacia China, impulsado por el único servicio al Evangelio y a la salvación de las almas.
Llegó a Goa, el 6 de mayo de 1542, donde comenzó por instruir a los portugueses en los principios de la religión y a formar a los jóvenes en la práctica de la virtud, ya que encontró un ambiente de violencia y explotación de los hindúes, para nada conforme al espíritu del Evangelio. Para instruir a los pequeños y a los ignorantes, el santo promovió lo que hoy llamamos incul-turación, que será típico de las misiones jesuíticas (desde Mateo Ricci hasta las Reducciones guaraníes): solía adaptar las verdades del cristianismo a la música popular, un método que tuvo tal éxito que, poco después, se cantaban las canciones que él había compuesto.

Desde Goa se enteró que en las costas de la Pesquería habitaba la tribu de los paravas. Estos habían aceptado el bautismo para obtener la protección de los portugueses contra los árabes y otros enemigos; Javier partió en auxilio de esa tribu de la que "sólo sabía que era cristiana y nada más". A pesar de la dificultad, aprendió el idioma nativo y se dedicó a instruir y confirmar a los ya bautizados. Particular atención consagró a la enseñanza del catecismo a los niños. Javier regresó a Goa en busca de otros misioneros y volvió a la tierra de los paravas con dos sacerdotes y un catequista indígena. El sufrimiento de los nativos a manos de los paganos y de los portugueses se convirtió en lo que él describía como "una espina que llevo constantemente en el corazón". Al ver la apatía de los cristianos ante la necesidad de evangelizar comentó: "Si en esas islas hubiera minas de oro, los cristianos se precipitarían allá. Pero no hay sino almas para salvar". También escribió una Carta de Protesta al Rey de Portugal en la que le daba cuenta del estado de la misión. En ella habla del peligro en que estaban los neófitos de volver al paganismo, "escandalizados y desalentados por las injusticias y vejaciones que les imponen los propios oficiales de Vuestra Majestad. Cuando nuestro Señor lo llame a juicio, oirá tal vez usted las palabras airadas del Señor: ¿Por qué no castigaste a aquellos de tus súbditos sobre los que tenías autoridad y que me hicieron la guerra en la India?"

Hacia Japón
En la primavera de 1545, Francisco Javier, antes de volver a la India, oyó hablar del Japón a unos mercaderes portugueses y conoció personalmente a un fugitivo del Japón, llamado Anjiro.
En abril de 1549, partió de la India, acompañado por otro sacerdote de la Compañía de Jesús y un hermano coadjutor, por Anjiro (que había tomado el nombre de Pablo) y por otros dos japoneses que se habían convertido al cristianismo. El día de la fiesta de la Asunción desembarcaron en Kagoshima, Japón. San Francisco Javier se dedicó a aprender el japonés lo cual no era nada fácil para él. Sin embargo, logró traducir al japonés una exposición muy sencilla de la doctrina cristiana que repetía a cuantos se mostraban dispuestos a escucharlo. Al cabo de un año de trabajo, había logrado unas cien conversiones. Ello provocó las sospechas de las autoridades, las cuales le prohibieron que siguiera predicando. Es en este tiempo que se da cuenta de cómo la Evangelización no es una cuestión de número de convertidos y de cómo la conquista hizo aumentar el número de los bautizados, pero no de los cristianos. Javier quiso ir a Miyako (Kioto), que era entonces la principal ciudad del Japón. Ahí se enteró de que para tener una entrevista con el mikado (gobernador) necesitaba pagar una suma que no poseía. Viendo que la pobreza de su persona se convertía en un obstáculo para llegar al gobernador, se vistió con gran pompa y fue al gobernador escoltado por sus compañeros, con toda la regalía de su título de embajador de Portugal. Le entregó las cartas que le habían dado para el caso las autoridades de la India y le regaló una caja de música, un reloj y unos anteojos, entre otras cosas. El gobernador quedó encantado con esos regalos, le dio permiso de predicar y le cedió un antiguo templo budista para que se alojara mientras estuviera ahí. Habiendo obtenido así la protección oficial, Francisco Javier pudo dedicarse con tranquilidad a la predicación.
En un viaje de regreso a India, proyectó la misión hacia China, contando también con la ayuda de un joven chino que sería su intérprete. Después de enviar al Japón a un sacerdote jesuita, sólo conservó a su lado al joven chino, que llamó Antonio. Con su ayuda, esperaba poder introducirse furtivamente en China, que hasta entonces había sido inaccesible a los extranjeros. A fines de agosto de 1552, la expedición llegó a la isla desierta de Sancián (Shang-Chawan) que dista unos veinte kilómetros de la costa y está situada a cien kilómetros al sur de Hong Kong. De ahí quería ingresar a China. Mientras llegaba la ocasión para realizar el proyecto, Javier cayó enfermo. El sábado 3 de diciembre, según escribió Antonio, "viendo que estaba moribundo, le puse en la mano un cirio encendido. Poco después, entregó el alma a su creador y Señor con gran paz y reposo, pronunciando el nombre de Jesús". Francisco Javier tenía entonces cuarenta y seis años y había pasado once en el oriente. Fue sepultado el domingo por la tarde.
Francisco Javier fue canonizado en 1622, al mismo tiempo que Ignacio de Loyola y Teresa de Ávila.
Su proyecto de evangelización de China sería realizado luego por el jesuita italiano Mateo Ricci (1552-1610), nacido en el mismo año de la muerte de Francisco Javier. Una vez en tierra de misión, estando en Macao, se aplicó con esmero al estudio del idioma chino, y tiempo después conseguía entrar en China para predicar el Evangelio. Una vez allí compuso el primer catecismo en chino. Sus conocimientos de matemáticas y astronomía le hicieron ganarse el favor de los mandarines y la libertad para predicar durante un tiempo, hasta que se le expulsó. Ricci lo siguió intentando. Consiguió llegar a presentarse ante el emperador, ataviado con el hábito de monje budista. Se ganó al emperador y a toda la nobleza gracias a la exposición de sus conocimientos científicos y de su fe, una fe que en todo se mostraba conforme con las enseñanzas de la ciencia. Llegar a ser el matemático de la corte le permitió actuar como evangelizador.
De esta forma, adaptándose a la cultura del pueblo que iba a evangelizar, Mateo Ricci, siguiendo las huellas de Francisco Javier, es todavía conocido y apreciado en el mundo chino.





MAPA CON LOS VIAJES DE SAN FRANCISCO JAVIER.


FUENTES PARTE ESCRITA :
www.chasque.net/umbrales
FUENTE MAPA :
http://www.wikipedia.org/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO V.

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